Juan Bautista Villalpando y el Templo de Salomón
Se trata de una obra financiada por el rey español Felipe II e impresa en Roma en tres grandes volúmenes entre los años 1595 y 1606, sobre el Templo del Rey Salomón, más cercana a un tratado de arquitectura, con una influencia en el Barroco que traspasó todas las fronteras (por ejemplo en las misiones de jesuítas en el nuevo mundo o en la planificación de nuevas ciudades en América) y fue determinante en muchísima arquitectura pública o religiosa, prologándose hasta muy avanzado el siglo XIX, e influenciando a arquitectos modernos como Otto Wagner o Bruno Taut.
Villalpando creía fervientemente que, al tratarse el templo de Salomón supuestamente de un edificio cuyo diseño provino del mismísimo Dios, su análisis y estudio le llevarían al conocimiento de la arquitectura perfecta y divina.
El primer tomo, muy teológico, es un extenso trabajo de Jerónimo de Prado sobre los primeros veintiséis capítulos de la profecía de Ezequiel. La colección de grabados que acompaña al libro es excelente, hasta el punto que ningún otro edificio, ya sea real o imaginario, fue proyectado con tanto detalle, belleza y suntuosidad durante los siglos XVI y XVII. La muerte de Jerónimo de Prado en 1595 permitió a Villalpando firmar por completo el volumen segundo y tercero (los apéndices).
La recreación del complejo del templo tenía una planta cuadrada, tanto exterior como interior, estando ésta última dividida en nueve patios cuadrados, de los que dos de ellos albergaban el Sanctasanctórum y el altar de los holocaustos.
La obra fue claramente influenciada por el Monasterio de El Escorial (1563-1584), considerado en su época un Segundo Templo de Jerusalén y Felipe II un segundo Salomón. Villalpando es considerado el inventor de un orden salomónico español, que se caracteriza por llevar los capiteles de als columnas con hojas de flor de lis y semillas de granada.