Moloch
Moloch fue una divinidad adorada por los denominados pueblos del levante, resultado de una tragedia ocurrida en el despertar de los tiempos. Se representaba como una figura humana con cabeza de carnero o becerro, sentado en un trono y con elementos de realeza, como una corona o un báculo. Se relaciona con otras divinidades como Cronos o Saturno.
Moloch es un símbolo del fuego purificante y, al igual que el hombre, oscuridad. Los hombres podrían por tanto redimir sus pecados ofreciendo sacrificios a Moloch.
El ritual de sacrificio se conocía como rito de Molk, donde niños pequeños, especialmente bebés recién nacidos (por su pureza) que hubiesen nacido en perfectas condiciones fisicas, eran abrasados vivos. Las cenizas eran guardadas en vasijas y enterradas en un área sagrada que llamaban tofet.
Se cree que viene de los antiguos fenicios, y se extendió al pueblo hebreo, cartagineses, etruscos y otros pueblos del levante.
Se celebraba normalmente en un recinto al aire libre, como por ejemplo en el valle de Hinom, en Israel. Si por el contrario se celebraba en los templos, poseían una estatua enorme de bronce, hueca, con la boca abierta, los brazos extendidos, las manos juntas y las palmas hacia arriba. Dentro de la estatua se encendía un fuego alimentado de manera constante mientras arrojaban dentro del vientre incandescente del dios a sus víctimas.
En ocasiones los brazos estaban articulados, de manera que los niños que servían de sacrificio se depositaban en las manos de la estatua, y con unas cadenas se levantaban hasta la boca, arrojando así a la víctima dentro de la estatua.
Existen en los textos antiguos multitud de referencias a estas atroces prácticas.
Plutarco escribió:
Es en plena consciencia y conocimiento que los cartagineses ofrecían a sus hijos y quienes no los tenían los compraban de los pobres como a los corderos o aves, mientras que la madre estaba de pie sin lágrimas ni lamentos. Si ella se lamentaba o lloraba, perdería el precio de la venta y el niño no dejaba de ser sacrificado; sin embargo, todo el espacio delante de la estatua era llenado del sonido de las flautas y de los tambores a fin de que no se pudieran escuchar los gritos.
Clitarco escribió:
Al ver venir al Sumo Sacerdote de Moloch vestido de túnica púrpura, color de pureza, le pregunté cuál es el origen del culto. Me contestó que en los tiempos primordiales hubo una gran catástrofe y hoy en día, si no fuera por los sacrificios para fertilizar la tierra, serían piedras lo que se encontrase en ella. Entonces, en medio de una plataforma había una estatua de Cronos, con las manos extendidas sobre un brasero de bronce, las llamas que engullen a los niños. Cuando las llamas alcanzan el cuerpo, sus miembros se contraen y la boca abierta casi parece reír, hasta que el cuerpo contraído se desliza resbalando al fondo del brasero. Así es que esta mueca se conoce como risa sardónica, puesto que ríen al morir.
Diodoro, sobre el ataque de Agatocles de Siracusa a la ciudad de Cartago, escribió de los cartegineses:
Ellos estimaron que Kronos también les era hóstil, por lo que quienes previamente habrían sacrificado a ese dios a los mejores de sus hijos, habían empezado a comprar en secreto niños que alimentaban para enviarlos después al sacrificio. Luego, se descubrió que algunos de los sacrificados habían sido sustituidos. Teniendo en cuenta estas cosas y viendo al enemigo que acampaba fuera de las murallas, experimentaron un temor religioso ante la idea de haber arruinado los honores tradicionales debidos a los dioses.
Ardiendo de deseo por reparar sus errores, eligieron doscientos niños de los más queridos y los sacrificaron en nombre del Estado. Otros, que murmuraron contra él, se entregaron voluntariamente; no eran menos de trescientos. Tenían entre ellos una estatua de bronce de Kronos, con las manos extendidas, las palmas en alto e inclinadas hacia el suelo, de forma que el niño que era colocado en ellas rodaba y caía en un foso lleno de fuego.