Los aviones perdidos o derribados de Malasia

Revisado: 25/01/2015

En el año 2014 hubo una serie de suscesos y catástrofes en los que aviones de compañías comerciales de Malasia desaparecieron o fueron misteriosamente derribados, muriendo o desapareciendo toda la tripulación y los pasajeros.

El primer caso, que fue el más sonado, ocurrió el 8 de marzo, cuando un avión que realizaba el vuelo MH370 de Malaysia Airlines desapareció mientras cubría la ruta entre Kuala Lumpur y Pekín con 239 personas a bordo. El Boing 777-200 perdió el contacto con la torre de control en la madrugada. Luego, según informaciones del ejército malasio, cambió su rumbo.

El 15 de marzo, el gobierno anunció que los datos basados en satélites mostraban que los localizadores de la aeronave fueron deshabilitados intencionadamente, al igual que el extraño cambio de rumbo del avión. Suponen que voló unas 5 horas y acabó precipitándose en algún punto del océano Índico.

De los pasajeros, 152 eran chinos, 50 malasios, y el resto de nacionalidades muy variadas. Según se supo ese mes, al menos dos personas de nacionalidad iraní viajaban con pasaportes europeos robados, pero tras conocerse las verdaderas identidades, descartaron relaciones con el terrorismo.

Malaysia Airlines: Boeing 777
Malaysia Airlines: Boeing 777

Los esfuerzos se centraron entonces en localizar las señales que las cajas negras emitirían durante unos 30 días, hasta agotar sus baterías, pero después de algunas falsas alarmas, tampoco hubo suerte.

Por el momento no se ha encontrado ningún resto del aparato que confirme esta tesis ni se han determinado las causas del accidente. La desaparición del avión desembocó en una operación de búsqueda y rescate sin precedentes que se extendió desde el sur del Índico hasta Asia Central en la que participaron más de 24 países. La compañía Malaysia Airlines y las autoridades malasias fueron muy criticadas por la posterior falta de información y atención a las familias de los pasajeros. Las tareas de búsqueda siguen a día de hoy lideradas por Australia y Malasia.

El escritor y periodista Nigel Cawthorne asegura que el avión fue derribado en un entrenamiento militar conjunto entre Estados Unidos y Tailandia, basado en el supuesto testimonio de Mike McKay (trabajador de una plataforma petrolera neozelandesa) que afirma que vio caer un avión en llamas en el Golfo de Tailandia.

Otra teoría más conspirativa apunta a las lucrativas consecuencias del accidente: la desaparición de cuatro socios chinos de una patente de semiconductores que viajaban en el vuelo convirtió cuatro días después al multimillonario inglés Jacob Rothschild, el quinto socio, en su único propietario.

A todos estos misterios, hay que añadir que algunos medios de comunicación chinos informaron que al menos 19 familias que llamaron a los móviles de los desaparecidos obtuvieron tono de llamada hasta 5 días después del suceso, aunque nadie contestara. En alguna ocasión explican que tras algunos tonos, la llamada era cortada. Resulta extraño que ningún pasajero tratara de comunicarse con sus teléfonos, al menos durante las supuestas 5 horas que voló hasta hundirse en el Índico. Aunque ciertamente a esa altitud, velocidad y ubicación, la conexión es improbable, los tonos de llamada resultaron desconcertantes.

Las hipótesis, sin descartar un fallo mecánico, van desde el sabotaje, una crisis o intento de suicidio, o un posible secuestro con aterrizaje secreto por parte de algún miembro de la tripulación o del pasaje. También se habló de que el avión pudo viajar con el piloto automático y los localizadores desconectados durante horas, hasta estrellarse por falta de combustible en un lugar desconocido. Nada está claro.

El 17 de julio, el vuelo MH17 de la misma compañía, un Boeing 777 que cubría la ruta entre Ámsterdam y Kuala Lumpur, fue derribado cuando sobrevolaba Ucrania en una zona controlada por los rebeldes prorrusos. Las 298 personas a bordo murieron en el suceso, siendo 196 holandesas y el resto australianos y malasios.

En aquel mes de julio, las autoridades estadounidenses apuntaron que el avión pudo ser derribado por un misil tierra-aire de la clase Buk o SA-11 desde una lanzadera, diseñado para detonar antes de alcanzar el objetivo, que recibe el impacto de afilados fragmentos de metal. El día 26 se analizó la caja negra afianzando esta hipótesis. Ya en septiembre, el Consejo Holandés para la Seguridad, realizó un informe preliminar en el que decía que:

...la nave estalló en el aire debido probablemente al impacto de varios objetos externos con alta energía que atravesaron el fuselaje a gran velocidad.

De las cajas negras recuperadas se supo que no hubo ningún problema ni petición de socorro antes de las 13:20, momento en el que la conexión se cortó en seco.

Desde Ucrania se acusó desde el inicio a los rebeldes, pero resulta llamativo, sin embargo, que la milicia prorrusa niegue rotundamente haber lanzado ataques contra aviones comerciales, sin ningún interés por la causa, y Rusia (supuesta instigadora del conflicto de Ucrania) insista en no tener ningún indicio que confirme tal sospecha.

El 28 de diciembre, el avión del vuelo QZ8501 de la compañía Airasia, un Airbus A320-200 con 162 personas a bordo, que cubría la ruta entre la ciudad Indonesia de Surabaya y Singapur, despegó a las 5:35 y desapareció de los radares a las 7:24 de la mañana, mientras el aparato sobrevolaba el Mar de Java.

El piloto del avión, que volaba a 9800 metros de altura, pidió permiso para subir hasta los 11600 metros y desviarse un poco de la ruta marcada, por problemas de visibilidad y pésimas condiciones meteorológicas, pero desde la torre de control le fue denegado justificando que ya había otro vuelo a esa altura. Poco después desde control trataron de comunicar que sí tenían permiso para ascender a 10400 metros, pero ya era tarde: la comunicación con el aparato se había perdido definitivamente.

El 30 de diciembre, al suroeste de la isla de Borneo (unos diez kilómetros del punto en el que se perdió el contacto), se localizaron los primeros tres cadáveres y restos del avión flotando (una puerta, una rampa y equipajes). El fuselaje (a tres kilómetros de ese punto) se encontró sumergido a unos 40 metros, mediante sónar. El 7 de enero se encontró la cola del avión.

El 12 de enero los buzos hallaron la primera caja negra bajo el ala a una profundidad de entre 30 y 32 metros. La segunda caja negra, al día siguiente.

El 20 de enero se pudo confirmar que el avión empezó a subir en altitud sobre los 110 kilómetros por hora, algo dificilísimo hasta para un caza, antes de comenzar un brusco descenso y estrellarse contra el mar. En aquellas fechas tan solo se habían recuperado un tercio de los cuerpos.

De los desaparecidos, 156 son de nacionalidad indonesia, junto a 3 surcoreanos, 1 malasio, 1 francés y 1 singapurense. La compañía aérea confirmó que el avión fue revisado con éxito el 16 de noviembre. En este caso la compañía Airasia dueña del vuelo si reaccionó correctamente en cuanto a transparencia informativa y apoyo a familiares.

A esta desgracia, se añaden las inundaciones provocadas por lluvias torrenciales en ese mismo mes de diciembre, con varios muertos y más de 130000 evacuados. Según los expertos, la peor inundación en Malasia en décadas.



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