La máquina de Antikitera

Revisado: 27/04/2015

En el año 1900, poco antes de la Pascua, una tormenta desvió de su ruta al barco de dos pescadores griegos de esponjas. Llegaron a la pequeña isla de Antiquitera (entre el Peloponeso y Creta) y cuando se sumergieron encontraron a 61 metros de profundidad un barco romano.

Durante año y medio, pioneros de la arqueología submarina sacaron de aquel pecio, que se estima se hundió hacia el año 65 ANE, esculturas de mármol y bronce, ánforas, monedas y multitud de pequeños objetos, que se encuentran hoy en el Museo Arqueológico Nacional de Atenas.

Cuando en 1902 Valerios Stais, director del Museo Arqueológico Nacional de Atenas, examinaba los restos, descubrió una masa de madera y bronce del que parecían asomar algunos engranajes. Tras un análisis superficial se determinó que aquellos restos pertenecieron a una antigua caja de madera y bronce que albergaba dentro un artefacto con multitud de engranajes y otras piezas mecánicas en su interior.

La máquina de Antikitera: piezas encontradas
La máquina de Antikitera: piezas encontradas

En un principio se dedujo que debía de ser una máquina mucho más moderna, pero dataciones posteriores mostraron que este objeto tecnológico tan complejo, similar a un reloj, databa efectivamente del siglo I ANE. Desde entonces, los científicos se han visto obligados a catalogarlo como un oopart (artefacto fuera de lugar), del que en un principio pensaron que serviría para predecir las mareas.

La máquina de Antikitera
La máquina de Antikitera

Su misterioso creador la diseñó con los elementos de la época: de un par de láminas de bronce y latón extrajo a mano sus 37 ruedas dentadas (7 hoy desaparecidas), las engarzó en una caja de madera de 31,5 centímetros de longitud, 19 de anchura y 10 de grosor, con una puerta frontal y otra trasera. Además realizó multitud de inscripciones astronómicas en buena parte de la superficie del artefacto, lo que dio a los investigadores la pista final sobre su verdadero uso.

El científico De Solla Price estudió el artefacto a finales de la década de 1950, quedando realemente sorprendido, tal como reflejó en sus investigaciones, al demostrar que la máquina se trataba de un calendario astronómico. En junio de 1959 escribió en la revista Scientific American (2):

No hay otro instrumento como éste. Nada comparable aparece en los textos científicos y literarios antiguos. Por el contrario, de lo que sabemos de la ciencia y la tecnología de la época helenística, habría que deducir que un dispositivo así no pudo existir.

A finales de 2006 se publica en la revista Nature, por parte del Proyecto de Investigación del Mecanismo de Antiquitera (AMRP), el resultado final de sus concienzudos análisis, con un escáner de rayos X de alta resolución incluido. En este equipo también participaron las empresas Hewlett-Packard y X-Tek Systems, y las universidades de Cardiff, Atenas y Aristóteles de Tesalónica, junto con el Museo Arqueológico Nacional de Atenas, donde está hoy el artefacto, en una urna con condiciones controladas.

La máquina de Antikitera: rayos X
La máquina de Antikitera: rayos X

Este equipo del AMRP, afirmó que el artilugio podía reproducir los movimientos de la Luna y el Sol a lo largo del Zodíaco con notable precisión, por lo que se trataría de una calculadora astronómica aun más compleja de lo que suponía Price en 1959. Además, con esta nueva tecnología, se ha podido analizar mucho mejor el estilo de letra de las inscripciones (común entre el 150 y 100 ANE) que cuando lo examinó Price. Según su estudio:

El dial frontal se utilizaba para conocer la posición del Sol y la Luna en el Zodíaco, y un calendario correspondiente de 365 días que podía ajustarse para los años bisiestos. Los dos diales traseros indicaban el tiempo según dos ciclos astronómicos: el de Calipo (de 76 años y 940 lunaciones) y el de Saros (de 18 años y 223 lunaciones), usado para predecir eclipses solares y lunares. Además, por las inscripciones, pudo haber engranajes (hoy perdidos) para vaticinar el movimiento de los planetas.

Algunos apuntan a Hiparco de Nicea como posible autor de esta máquina. Vivió en la época en la que fue construido el mecanismo, y en la ciudad de Rodas, donde murió, y de donde se cree que partió el barco romano que lo transportaba, además de que las ánforas y monedas recuperadas junto a la máquina parecen proceder de Nicea.

Si bien es cierto que la astronomía empezó su andadura en el siglo III ANE, de mano de Eratóstenes, y sobre todo un siglo después con Hiparco, parece imposible que dispusiera de las herramientas y conocimientos suficientes para desarrollarla con tal precisión.

Su mecánica es mucho más compleja de lo esperado, y algo impensable hace dos milenios, sin una importante revisión de la historia del conocimiento astronómico y tecnológico, claro.

Ninguna otra civilización creó algo con ese nivel de sofistificación durante los siguientes mil años, hasta que aparecen los primeros relojes mecánicos ya bien entrada la Edad Media, ni ha existido nunca (que sepamos) una máquina mecánica astronómica similar.



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