La maldad y deformidad del Rey Ricardo III
Hasta hace poco estaba muy vigente la idea de que Ricardo III era un hombre deforme, jorobado y cojo de nacimiento, además de un ser cruel y sin sentimientos.
La principal fuente de esta leyenda parece ser la muy discutida y subjetiva obra histórica inglesa de Tomás Moro, en concreto su "Historia Richardi Tertii" (Historia de Ricardo III), escrita entre 1512 y 1519.
En 1587 se publicaron las "Chronicles" (1587) de Holinshed, donde el monarca aparece también reflejado como un hombre jorobado, ambicioso, cruel y sin escrúpulos.
Al parecer estas obra causaron una fuerte impresión en Shakespeare y lo llevaron a la realización entre 1591 y 1592 de su célebre tragedia histórica "The Life and Death of King Richard III". En esta obra, en la que dice que era "tan tullido y desfigurado" que hasta los perros le ladraban, el autor lo acusaba de haber matado a sus sobrinos para poder reinar, aunque la historia solo certifica que desaparecieron. También es donde se le atribuye la famosa frase "¡Mi reino por un caballo!", en la batalla en la que murió.
Cuando en septiembre de 2012 se encontró su esqueleto en unas excavaciones, se comprobó que presentaba una clara escoliosis, que podría ser origen de dificultades al caminar y de deformidad en la postura.
Según los forenses, desarrolló esta enfermedad en la adolescencia, a partir de los 10 a 13 años. Esto desmonta el mito sobre su exagerada deformidad, aunque la psicopatía que muchos historiadores le otorgan aun no ha podido ser desmentida.
Otro dato curioso que salió de estos análisis es que, al contrario de lo que se creía, Ricardo era rubio y de ojos azules (o al meno tenía predisposición en sus genes para ello).