La leyenda del perro negro del Escorial

Revisado: 21/10/2014

Según la leyenda, durante la construcción del monasterio de San Lorenzo de El Escorial por orden del rey Felipe II, en la segunda mitad del siglo XVI, apareció un misterioso perro negro que aterrorizaba a los obreros por las noches, obstaculizando las obras. Era concretamente el año 1577.

La primera aparición fue el 25 de Agosto, durante unos oficios religiosos dentro del monasterio, se oyeron desde el coro unos aullidos siniestros que se repitieron durante días.

Algunas personas aseguraban ver entre las obras y los andamios a un perro negro y con ojos rojos que corría y aullaba, y otros aseguraban que incluso arrastraba cadenas.

Se pensaba que este "perro infernal" protegía el lugar, pues se ha atribuido a El Escorial el ser una de las puertas del Infierno que hay esparcidas por el mundo. En aquella época se llegó a decir que el animal era un espíritu venido del Infierno a causa de la opresión que el monarca ejercía sobre el pueblo de Castilla con unos impuestos muy elevados para pagar las obras del monasterio. Es decir, se consideró como un símbolo de las rebeliones que empezaban a tramarse contra el rey.

Felipe II ordenó al obrero mayor, fray Antonio de Villacastín, encontrar al perro y terminar con aquella situación. El animal fue encontrado por aquel hombre en la capilla que hay en las escaleras al lado del jardín y lo ahorcó con su propio cinturón. Se ordenó que se le colgara en una de las torres del monasterio, donde permaneció varios días.

A pesar de todo esto, el pueblo seguía quejándose de la carga de impuestos, y el monarca no tuvo más remedio que reunir a los procuradores de Salamanca, Toledo, Zamora y Sevilla para acordar una rebaja de impuestos.

Poco tiempo después, dice la leyenda que el cinturón del que seguía colgando el animal apareció abierto sin que quedase rastro del cadáver.

Resultan llamativos los acontecimientos previos a la aparición del perro negro, que entorpecían seriamente la construcción del monumento: en el mes de Mayo hubo una rebelión de los canteros que trabajaban allí que retrasó cierto tiempo las obras; en Julio, un rayo impactó contra una de las torres (la torre de la Botica), produciendo un gran incendio; y en Agosto, antes de la aparición del negro animal el día 25, cayó una enorme granizada que acabó con la cosecha de vid de la zona. Cayó tal cantidad de hielo que al parecer sirvió durantes meses para mantener frías las bebidas y fruta de la cocina.

Cuando Felipe II regresó definitivamente a El Escorial para pasar sus últimos días, desde su lecho de muerte (acompañado de multitud de reliquias de santos y de cuadros de El Bosco), decía a quienes le velaban que seguía oyendo los ladridos de aquel perro sacrificado hacía años.



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