La leyenda de los cadáveres del Lago Tahoe
Existe una leyenda que habla de que el lago Tahoe, en la frontera entre los estados norteamericanos de Nevada y California, famoso además por otra leyenda que habla sobre un monstruo, posee en sus aguas más profundas, a unos 500 metros, todo un cementerio de cuerpos incorruptos.
Esta leyenda tiene infinidad de variantes, aunque la que más se repite es la de que el supuesto cementerio estaría repleto de trabajadores chinos que ayudaron a construir el ferrocarril a través de Sierra Nevada en la década de 1860. En concreto se habla de un número indeterminado pero grande de inmigrantes que vivían en el pueblo de Truckee, traídos para trabajar en la construcción del ferrocarril, y a los que una vez acabadas las obras, para no pagarles y tramitarles la ciudadanía prometida, llevaron hasta el centro del lago para atarlos en grandes grupos y arrojarlos vivos al fondo.
Esta leyenda no tendría fundamento según Stephen Drew, del Museo del Ferrocarril del Estado de California, quien explica que el ferrocarril se completó en 1869 y consultando las nóminas de la empresa puede comprobarse que un gran número de chinos trabajaron para la empresa hasta bien entrada la década de 1870.
En otras ocasiones se dice que este lago fue utilizado durante años por la mafia para arrojar al fondo a sus víctimas. Las leyendas a veces dan detalles muy específicos del aspecto de estos supuestos cadáveres, como que aparecen atados, vistiendo algunos trajes a rayas, con horribles muecas y presentando orificios de bala en la cabeza. El caso es que de momento quienes defienden este relato como cierto no han aportado nunca el nombre de alguno de estas supuestas víctimas.
A esto hay que agregar un relato que cuenta que un jefe de bomberos de Tahoe respondió a una llamada de ahogo y encontró flotando en el lago el cuerpo de una niña nativa americana bien conservada, completamente vestida con ropa ceremonial del siglo XIX.
Resulta curioso que en algunos casos, esta leyenda añade parte de otra leyenda del mismo lago, en la que Jacques Cousteau habría realizado en los años 70 del siglo XX una supuesta inmersión de la que habría salido conmocionado, aunque esta vez dicha conmoción habría estado provocada por los cuerpos incorruptos, en lugar del monstruo del lago.
Por otra parte, existe una historia que habla de un cineasta independiente que decidió usar una "máquina de buceo de aguas profundas" con la que poder encontrar el lugar donde estaban todos los cuerpos y poder filmar un documental. Cuando regresó, supuestamente declaró que:
...no lo filmaré porque el mundo no está listo para ver lo que el gobierno de los EE.UU. le hizo a esta pobre gente.
Unas palabras muy silimares a las que se atribuyen a Jaques Cousteau en su supuesta visita a las profundidades del lago, aunque en esta ocasión se referirían a los asesinatos en masa de trabajadores chinos.
Otras leyendas hablan de supuestos tubos o canalizaciones de origen volcánico entre este lago y el lago Pirámide, más al norte, que pasarían por debajo de la ciudad de Reno, y donde podrían haber quedado atrapadas varias personas desaparecidas, algunas de las cuales habrían desaparecido en un lago y aparecido su cuerpo en el otro, aunque más allá del mito no hay constancia alguna de que tal cosa haya sucedido nunca, como tampoco de la existencia de los tubos.
En cualquier caso, se dice que estos cuerpos, lejos de hincharse y descomponerse, permanecen incorruptos en el fondo del lago. De ser cierto, esto quizá sería en parte posible por las bajas temperaturas del agua y la presión en altas profundidades, que podrían dejar "inactivas" las bacterias encargadas de degenerar la materia además de impedir que salgan a flote los cuerpos.
El caso es que en 1998, el Servicio Geológico Nacional (USGS) cartografió todo el fondo del lago del lago Tahoe con sonar multihaz, sin alertar sobre ningún hallazgo llamativo pero sin tratar de indagar sobre estos rumores de manera específica.
Si bien todas estas leyendas parecen bastante poco probables, resulta muy curioso el caso de Donald Christopher Windecker, un submarinista que desapareció en plena inmersión el 10 de julio de 1994. Al terminar la inmersión y comenzar a subir a la superficie junto a un compañero, parece que tuvo algún problema y empezó a hundirse sin remedio a pesar del intento de socorro de su compañero, quien tuvo que desistir y ascender a quedarse sin oxígeno.
No fue hasta el 23 de julio de 2011 cuando por fin se encontró el cuerpo del submarinista por un grupo de buceadores que exploraban los acantilados del lago, encontrándolo con su traje de neopreno, la bombona de oxígeno y el cinturón de lastre, en una cornisa a unos 80 metros de profundidad, aunque hubo que esperar hasta el 27 de julio para recuperar el cuerpo gracias a un minisubmarino con un brazo robótico.
Lo sorprendente de este caso fue comprobar el excelente estado del cuerpo, al cual puede incluso practicársele una autopsia minuciosa a pesar de haber estado sumergido 11 años. Incluso los buceadores que lo encontraron relatan que al principio pensaron que se trataba de un buceador vivo y se acercaron para averiguar qué hacía en esas profundidades, llevándose un buen susto a descubrir la verdad. Bryan Golmitz, de la Oficina del Sheriff del Condado de El Dorado, dijo que el cuerpo de Windecker estaba bien conservado después de 17 años:
"Parecía un 90 por ciento como una persona, la forma física estaba allí, estaba muy presente".
Mientras, otros cuatro buzos permanecen desaparecidos.